domingo, 1 de mayo de 2011

De pingüinos a Isla Fuerte

Entre las conocidas Islas del Rosario está una isla poco mencionada llamada Isla Fuerte, situada al sur del Golfo de Morrosquillo.
Isla de origen coralino compuesta por diferentes ecosistemas que la hacen única. Corales rodeándola, manglares en su interior, gente acogedora dejando huellas en ella y un sinfín de experiencias que tatúan tu piel con solo pisarla.
Describir lo que me quedó de experiencia es un poco difícil porque las cosas que viví estando en la isla son únicas, las palabras no pueden abarcar las cosas que siento cuando recuerdo aquella semana, pero por qué no hacer el intento.
En Isla Fuerte encontré cosas hermosas que solo había visto en televisión, al bajar del bus me encontré con un gigante azul que me esperaba ansioso, al pisar la arena mis pies temblaron de alegría, conociendo la gente una sonrisa me invadió y al ver el baño la angustia me inundó. La isla cuenta en muy pocos sectores con electricidad y a pesar de que poseen acueducto no hay agua, el agua utilizada para todo el funcionamiento de la isla es proveniente de la lluvia.

Al comenzar nuestra expedición nos encontramos con los sitios turísticos que la isla, el árbol tuntún que también hace tuntún como un tambor cuando lo golpeas,  el árbol que camina que en realidad camina con sus raíces aéreas ha logrado crear una multitud de nuevos troncos, dando la sensación de ser la fusión de muchos árboles en uno, entonces es un árbol-bosque algo muy especial y poco frecuente, el Puerto de la Cruz llamado así debido a los rituales realizados allí, en fin muchos otros.
Al internarnos en la isla nos encontramos con playas hermosas blancas y limpias, desembocando en los manglares de diferentes tamaños algunos con raíces grandes otros con raíces pequeñas de distintas especies encontrando solo cuatro, siguiendo con los litorales rocosos bastante peligrosos y por último llegando a una de las atracciones más llamativas de la isla, los corales con una gran  variedad de colores, formas, tamaños y texturas.

 La gente es hermosa acogedora y muy simpática, todos tienen algo que ofrecerte frutas exóticas, artesanías, pescado, jugos, besos (los niños pequeños regalaban besos y piropos), o simplemente una anécdota sobre la isla, sobre lo que hacen, lo que cultivan y demás.
El ambiente en el que se vive es relajante hermoso y placentero, reconoces el valor que tiene el agua pero el sonido de los animales y la naturaleza, el clima y en general todo no se compara con esta selva de cemento
Creo que todo está dicho un paraíso desconocido que debemos disfrutar y cuidar.


¿Lindo no crees?
 

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